Entre la memoria y el olvido

HAVANA TIMES – Abre los ojos lentamente. Más que una rutina cada mañana se ha convertido en un desafío. Intenta reconocer la habitación en la que despierta, pero no puede, solo percibe el eco de una vida que se diluye en su mente. Le rodean rostros imposibles de identificar, una familia que se ha vuelto desconocida en los últimos tiempos. Así comienzan los días para un anciano de 91 años.

Su vida está marcada por la rutina del olvido y la fragilidad del cuerpo. Las paredes se convierten en aliadas, unas muletas que no abandona mientras se traslada por la casa. La frustración lo invade, las manos le tiemblan, la vista ya no responde y sus pasos se arrastran como sombras del pasado.

Cada gesto suyo lleva detrás una historia, una historia que muchas veces queda perdida entre las grietas de un sistema que no ofrece la atención que estos hombres y mujeres merecen. La vejez en Cuba se vive en un contexto donde la memoria y el cuerpo ya cansados se enfrentan a una realidad económica y social que no perdona.

En el 2023, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) más del 22% de la población cubana tenía más de 60 años. Lo que convierte a Cuba en uno de los países más envejecidos de América Latina.

Muchos padres, abuelos, vecinos, profesionales y obreros retirados viven hoy en hogares con recursos ínfimos. La carga del cuidado recae exclusivamente en la familia que también enfrenta sus propias batallas. Salarios insuficientes, acceso limitado a medicamentos, una inflación que se roba hasta el alma y la incertidumbre que se ha vuelto el pan de cada día.

Las pensiones de jubilación resultan simbólicas frente al alto costo de la vida, la mayoría de los ancianos retirados sobreviven con cifras que apenas rondan los 1500 CUP al mes, esto equivale más o menos 5 USD al cambio informal. Para que se entienda mejor, hablamos de un país donde un litro de aceite puede costar entre 900 y 1500 pesos, donde la inflación va a exceso de velocidad y perdió el freno.

Hace poco vi frente a un kiosco donde venden pizzas individuales, refresco y confituras a un anciano que sacaba unos billetes del bolsillo de su camisa y los contaba una y otra vez como si el hecho de contar los hiciera crecer en número. Preguntó por los precios a la dependiente, murmuró algo para sí mismo y volvió a guardar el dinero. Se fue sin poder comprar, resignado y sin esperanzas.

Para muchos en este país la vida diaria es una batalla por la supervivencia, no solo física y emocional, sino económica. Es cierto que algunos sí reciben ayuda del extranjero, pero los que no cuentan con esa suerte dependen de la buena voluntad de los suyos o de la irrisoria protección social del Estado.

Hijos y nietos se convierten en cuidadores, solo que muchas veces lo hacen entre el amor y el agotamiento, la ternura y la rabia por no poder ofrecer más, por la impotencia que da respirar en una isla donde no importa cuánto te esfuerces si el resultado es siempre el mismo.

Nuestros mayores sostuvieron este país con su trabajo, sacrificio y fe en el futuro. Su situación requiere soluciones institucionales, sensibilidad social, conciencia cívica y compromiso.

Merecen más que pensiones simbólicas, medicamentos insuficientes u hogares improvisados, merecen respeto, presencia, acompañamiento. Al final todos llegaremos a ese día, despertaremos cada mañana en una cama desconocida y buscaremos en las paredes el equilibrio que la vida nos ha quitado poco a poco.

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2 thoughts on “Entre la memoria y el olvido

  • Tengo material para realizar este tipo de material de contenido que refleja la cuba actual.
    Pagarían uds por ello?

  • NO, pero aceptamos colaboraciónes voluntarios.

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